Antony de Ávila enfrenta pesadilla que nadie imaginó tras ser encarcelado en Poggioreale, una prisión italiana señalada por abusos y torturas, donde permanece en condiciones inhumanas.
De las canchas al encierro más temido
Antony de Ávila, apodado El Pitufo, brilló con la camiseta del América de Cali y la Selección Colombia. Su vida cambió radicalmente cuando la policía italiana lo arrestó en Nápoles por presuntos vínculos con una red de narcotráfico.
El tribunal lo conectó con el clan Buonerba, una organización criminal con presencia en Génova y Nápoles. Desde entonces, De Ávila permanece recluido en una de las cárceles más temidas del continente.
El abogado Fabrizio de Maio explicó que, en Italia, las personas condenadas por narcotráfico deben cumplir toda la pena sin posibilidad de reducción.
Familiares de Antony de Ávila claman por ayuda
Su familia ha mostrado profunda preocupación por su estado físico y emocional. En entrevistas, han expresado su angustia por las condiciones en las que vive y por el poco respaldo recibido desde Colombia.
Han vendido propiedades para financiar su defensa legal. También han solicitado apoyo al América de Cali y al Gobierno colombiano, pero no han logrado avances significativos.
Tulio Gómez, presidente del América, ha defendido públicamente a De Ávila. Asegura que lo involucraron por “andar mal acompañado” y recuerda que en otra ocasión lo liberaron tras confirmar su inocencia.
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Poggioreale, una prisión que aterra a Europa
Poggioreale es una cárcel de Nápoles reconocida por su historial de abusos. La ONG Liberties documentó múltiples casos de maltrato físico, encierros extremos y uso desmedido de la fuerza.
Según sus informes, la prisión no cuenta con cámaras de videovigilancia. Esto permite que los reclusos sufran agresiones sin pruebas visibles.
Las organizaciones sociales que investigan el sistema penitenciario italiano la consideran uno de los lugares más violentos del continente.
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Denuncias de tortura y suicidios estremecen al mundo
Un lugar llamado la “Sala Cero” se convirtió en símbolo del horror carcelario. Allí, según testigos, se practican castigos físicos y aislamientos prolongados.
Muchos internos han optado por el suicidio como única salida. La desesperanza se incrementa por el hacinamiento extremo, la falta de personal y el abandono institucional.
Liberties y otros colectivos han alertado sobre la ineficiencia del sistema penitenciario italiano, que se encuentra al borde del colapso.
Mientras tanto, Antony de Ávila vive atrapado en ese infierno. Su historia, antes llena de aplausos, ahora refleja un drama silencioso que pocos se atreven a enfrentar.