El colapso vial ocurrido hace 40 días mantiene aisladas a comunidades rurales que dependen del transporte diario para sobrevivir. La carretera colapsó tras un aguacero, y desde entonces, la única opción es un paso peatonal improvisado.
Colapso vial mantiene movilidad rural improvisada
Desde el día del colapso entre Marulanda y Manzanares, la comunidad habilitó un estrecho sendero de tierra junto al vacío. Por ahí transitan personas a pie, llevando consigo víveres, leche, quesos y otros productos. Este paso artesanal es hoy la única opción, ya que no hay rutas alternas viables para vehículos.
Los habitantes se han organizado en convites comunitarios para limpiar y reforzar el terreno. Según líderes comunales, han usado herramientas básicas, sin maquinaria ni apoyo técnico. “Estamos haciendo lo que podemos con las manos,” expresan.
El colapso vial podría requerir explosivos
La única propuesta concreta presentada por las autoridades es la de usar dinamita para fracturar una gran roca que impide avanzar la maquinaria. Así lo explicó un ingeniero de infraestructura que asistió a la más reciente mesa técnica con la comunidad.
“Fracturar esa roca es esencial para poder ampliar el paso,” afirmó. Sin embargo, el uso de explosivos requiere permisos ambientales, análisis de riesgos y presencia de personal especializado. Por eso, aún no hay fecha definida para la intervención.
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Agricultores y comerciantes, los más afectados
Mientras las decisiones se dilatan, las pérdidas aumentan. Los campesinos de la zona enfrentan sobrecostos al tener que cargar su producción en bestias o a pie. La leche, los quesos, las hortalizas y frutas sufren por la falta de transporte eficiente.
Del otro lado, los comerciantes locales también sufren la escasez. “Nos faltan productos básicos. Muchos proveedores ya no quieren venir,” advierte una tendera. El temor es que, si no se actúa pronto, el desabastecimiento se extienda a sectores como salud o educación.
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Lluvias amenazan con empeorar la emergencia
La temporada de lluvias no ha dado tregua. Cada nuevo aguacero debilita más el terreno, especialmente en la zona del derrumbe. Los residentes temen que el paso peatonal también ceda y los deje completamente aislados.
Hasta el momento no se han instalado puentes provisionales ni señalización preventiva. Tampoco hay presencia continua de las autoridades en la zona. “Parece que nos dejaron solos,” lamenta una habitante del sector.
La comunidad exige intervención inmediata
Durante 40 días, lo único constante ha sido la incertidumbre. Los líderes piden que al menos se habilite un paso transitorio con materiales resistentes. También solicitan brigadas de salud y ayuda alimentaria, mientras llega la obra definitiva.
Aunque las autoridades aseguran estar gestionando soluciones, la gente ya no confía. “Nos dicen que esperemos, pero el tiempo pasa y no hay maquinaria, no hay obreros, no hay nada,” concluyen. El colapso vial se ha convertido en símbolo del abandono institucional en zonas rurales.