Líderes indígenas claman por ayuda ante el aumento de muertes infantiles
La situación, que también se vivió en el 2024 con 78 muertes infantiles por causas asociadas a la desnutrición, ha generado una profunda preocupación en las autoridades de salud y líderes comunitarios. El líder Guasarave insistió en que es urgente una intervención articulada entre el gobierno departamental y el nacional, para detener esta emergencia que afecta a las comunidades ancestrales del occidente de Risaralda.
“Los niños siguen muriendo, y no vemos acciones concretas que respondan a la gravedad del problema. Necesitamos una intervención seria y sostenida”, expresó el dirigente indígena.
Por su parte, el secretario de Salud del departamento, Edgar Hernando Navarro Zuluaga, confirmó que seis de los menores que han muerto este año acudieron a hospitales públicos, y señaló que muchas de las víctimas presentan enfermedades asociadas a la desnutrición, como infecciones respiratorias y diarreas agudas.
Subrayó que, durante el 2024, Pueblo Rico reportó la tasa más alta de mortalidad infantil con 5,26 casos por cada 10.000 menores, seguido por Mistrató con 2,41. En este 2025, esas cifras han aumentado.
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Pueblo Rico en emergencia por la desnutrición infantil
La ESE Hospital San Rafael, de Pueblo Rico, emitió un llamado urgente a las autoridades tras advertir que en 2024 fueron diagnosticados 238 casos de desnutrición infantil, y en los primeros meses de 2025 ya suman 37.
Mariana Velásquez, médico general del centro médico, afirmó que la mayoría de los casos graves llegan desde comunidades cercanas al Chocó, lo que extiende el llamado a las autoridades del vecino departamento.
“Vemos niños en condiciones críticas, muchos de ellos sin haber recibido atención previa. El acceso es difícil y eso retrasa los tratamientos”, puntualizó Velásquez.
Desde el hospital se han implementado estrategias para enfrentar la emergencia:
- Equipos de atención primaria con médicos, nutricionistas, psicólogos, odontólogos y médicos tradicionales.
- Desplazamientos constantes a zonas rurales para identificar y tratar casos en etapa temprana.
- Funcionamiento continuo de centros de salud en Santa Cecilia y Kemberdé, con personal capacitado.
- Distribución de suplementos nutricionales, en especial para menores en riesgo.
- Capacitaciones sobre nutrición e higiene, dirigidas a madres y cuidadores.
Cada niño diagnosticado es evaluado individualmente para ajustar las estrategias de tratamiento y prevención, buscando frenar el avance de la desnutrición.
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Falencias estructurales dificultan una atención oportuna
A pesar de los esfuerzos del personal de salud, el sistema de atención enfrenta serias limitaciones. En Pueblo Rico y sus corregimientos, el transporte asistencial es insuficiente.
Actualmente, cuentan con tres ambulancias. Dos de ellas, en mal estado, están ubicadas en zonas rurales. La tercera, aunque funcional, no da abasto para la alta demanda de emergencias.
Además, aunque el proyecto para adquirir dos nuevas ambulancias fue aprobado, los recursos no han sido desembolsados, lo que sigue limitando la capacidad de respuesta en situaciones críticas.
“Cada minuto cuenta cuando se trata de la vida de un niño. Sin transporte adecuado, los tratamientos llegan tarde o no llegan”, advirtió un funcionario del hospital.
Urge una intervención estructural y sostenida
La desnutrición infantil en Risaralda, especialmente entre los pueblos indígenas, requiere una respuesta inmediata del Estado. Las autoridades locales insisten en que el enfoque debe ser integral, incluyendo inversión en infraestructura, alimentación, acceso a salud y formación comunitaria.
Organizaciones defensoras de derechos humanos también han manifestado su preocupación. Señalan que lo que ocurre en Risaralda no es solo una crisis de salud, sino una falla estructural del sistema, que sigue vulnerando a los más pequeños y a comunidades históricamente marginadas.
Si no se actúa con prontitud, más niños seguirán muriendo por causas evitables. El clamor de los líderes Embera Chamí y de los profesionales de salud no puede seguir siendo ignorado.