La Fiesta del Niño Dios Negro en Quinamayó: Una Tradición que Celebra la Cultura Afrodescendiente
En el corregimiento de Quinamayó, ubicado en el suroeste de Colombia, la Navidad no se celebra en diciembre como en muchas otras partes del mundo, sino en febrero. Esta singular celebración, conocida como la Fiesta del Niño Dios Negro, tiene un profundo significado cultural y histórico para esta comunidad afrodescendiente del Valle del Cauca. En un contexto de herencia y resistencia, los habitantes de Quinamayó conmemoran no solo el nacimiento de Jesús, sino también la libertad de sus ancestros, quienes, durante la época de la esclavitud, fueron privados de disfrutar de esta festividad en la fecha convencional.
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Una tradición que nace de la historia de la esclavitud
La historia detrás de la Fiesta del Niño Dios Negro está ligada a la lucha por la libertad. Los antepasados de la población de Quinamayó llegaron a Colombia como esclavos desde África y trabajaron en las haciendas de caña de azúcar. En un tiempo en el que las celebraciones navideñas eran un derecho negado a los esclavizados, estos lograron resistir conmemorando el nacimiento del Niño Jesús, aunque a su manera. Debido a las restricciones impuestas por sus amos, quienes no les permitían festejar en diciembre, los esclavos de Quinamayó se reunían 40 días después para celebrar el nacimiento de Jesús, ya en un clima de liberación parcial.
Esta fecha tan significativa para la comunidad se convirtió en una especie de reafirmación de identidad, de conexión con su herencia africana y, sobre todo, de dignidad. Por ello, no es sorprendente que la fiesta de Quinamayó se haya mantenido vigente hasta el día de hoy, como un recordatorio del pasado y una celebración de la libertad conquistada.
El Niño Dios Negro como símbolo de identidad
Uno de los aspectos más importantes de la Fiesta del Niño Dios Negro es la representación de Jesús como un niño negro. Esta imagen es un símbolo de identidad, resistencia y orgullo para la comunidad afrodescendiente de Quinamayó. En lugar de seguir la representación tradicional del Niño Jesús, los habitantes de la región eligen reflejar en su festividad a un Niño Dios que se asemeja a ellos, con características físicas que refuerzan su conexión cultural y ancestral.
Cada febrero, la población de Quinamayó, tanto los residentes como aquellos que han emigrado a otras ciudades, regresa para participar en esta emotiva celebración. La festividad comienza con una oración en una de las casas del vecindario, donde los asistentes encomiendan a la comunidad y desean que la celebración transcurra sin inconvenientes. Con un tradicional “que sea para bien, amén”, la festividad comienza, marcando el inicio de la procesión por las calles del corregimiento.
Un recorrido lleno de música y color
La procesión no es simplemente un desfile religioso, sino una manifestación cultural de gran valor para la comunidad. En el recorrido, los habitantes de Quinamayó se visten con trajes coloridos, mientras el ritmo de la música afrocolombiana llena las calles. Una de las agrupaciones más representativas de la festividad es “Los Jugueritos”, un grupo de 13 jóvenes que, con tambores, saxofones, clarinetes y percusión, animan a los participantes durante el recorrido. La música, característica por sus intensos ritmos, se convierte en una invitación a celebrar la vida, la libertad y la herencia africana de la comunidad.
Este evento, que no solo se disfruta a nivel local, también atrae a personas de otras ciudades y países que se sienten atraídas por la autenticidad de la tradición. La combinación de música, danza y color, junto con el componente religioso de la festividad, convierte a la Fiesta del Niño Dios Negro en un evento único que resalta la riqueza cultural de Quinamayó.
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Un legado que perdura y se transmite a futuras generaciones
Cada año, la Fiesta del Niño Dios Negro refuerza la conexión de las nuevas generaciones con la cultura de sus antepasados. Esta festividad no es solo una celebración religiosa, sino también un acto de resistencia cultural y de memoria histórica. La comunidad de Quinamayó ha logrado preservar su identidad y transmitirla a través de los años, manteniendo vivas las costumbres y las tradiciones que definen su manera de vivir y de entender el mundo.