Mercado campesino Cartago es mucho más que una estrategia de impulso económico local. Esta vez, se transformó en una muestra de generosidad comunitaria que conmovió a toda una región.
Una iniciativa que demuestra el poder de lo colectivo
Con un simple, pero poderoso gesto, varios ciudadanos decidieron sumar esfuerzos y aportar recursos individuales. La propuesta fue clara: comprar productos directamente del campo y entregarlos como donación. Así, se evidenció que el mercado campesino es más económico y socialmente transformador.
Entrega de productos a un hogar lleno de esperanza
El destino de este gesto solidario fue el hogar Mi Casita, una institución que acoge a 40 adultos mayores en estado de vulnerabilidad. Estas personas, que viven exclusivamente de la caridad, recibieron alimentos frescos y naturales, cultivados por manos campesinas. Fue un momento lleno de gratitud, lágrimas y esperanza.
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Los abuelitos agradecieron profundamente este acto
Una de las representantes del hogar expresó: “De parte de los 40 abuelitos y la familia de Mi Casita, le agradecemos a ustedes y al señor alcalde por pensar en quienes más lo necesitan. Muchos de nuestros residentes no son de Cartago, sino de toda la región, y aquí encontraron un hogar”.
Comprar en el mercado campesino también es ayudar
Esta actividad dejó una enseñanza clara: cuando compras en el mercado campesino, no solo adquieres productos saludables, también apoyas a quienes cultivan la tierra y a quienes necesitan una mano amiga. La solidaridad se convierte en una cadena poderosa.
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Invitación a todos los ciudadanos
El llamado está abierto: cualquiera puede aportar. Ya sea con dinero, productos o difundiendo estas iniciativas. Las hermanitas encargadas del hogar Mi Casita hacen milagros a diario con muy pocos recursos. Gracias a acciones como esta, sus esfuerzos se ven respaldados.
Una economía con rostro humano
La economía no solo se mide en cifras. También se construye desde la empatía, el apoyo mutuo y la acción colectiva. El mercado campesino de Cartago está demostrando que el cambio social puede comenzar con una bolsa de productos y un corazón dispuesto a servir.
Conclusión: transformar desde lo cotidiano
Una simple jornada de mercado terminó convirtiéndose en una experiencia que dejó huella en los abuelitos, en los organizadores y en toda la comunidad. La solidaridad no necesita grandes recursos, sino pequeñas decisiones con propósito.