¿Quién es la monja que despidió al papa Francisco?
En medio del solemne homenaje al papa Francisco en la basílica de San Pedro, una escena inesperada conmovió a miles de asistentes. Aunque los fieles solo tenían segundos frente al féretro, una monja permaneció casi diez minutos orando, sin que nadie interviniera.
Sor Geneviève Jeanningros, una religiosa francesa de 81 años, fue la protagonista de este momento inolvidable. Con una mochila verde al hombro y el rostro bañado en lágrimas, se quedó inmóvil junto al féretro. No era una desconocida para el papa. De hecho, mantenían una relación de profunda amistad. Él solía llamarla cariñosamente “la enfant terrible”, que significa “la niña rebelde” en francés.
Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años y a quien el Papa llamaba la 'enfant terrible', vive en una caravana de un circo de Roma y visitaba al Papa los miércoles. Mensualmente le llevaba personas transgénero.
— Ibon Perez (@IbonPerezTV) April 23, 2025
Hoy ha roto el protocolo para despedirse de él.pic.twitter.com/vgBPmLSCL2
Monja rompe el protocolo y conmueve al Vaticano
Aunque las normas eran claras, el gesto de la monja fue respetado por todos. Nadie de la Guardia Suiza, ni siquiera los cardenales, intentó detenerla. Y es que sor Geneviève no era una visitante cualquiera.
Su historia está profundamente ligada a la del papa Francisco. Además de ser sobrina de Léonie Duquet —una monja desaparecida durante la dictadura argentina y cercana al joven Bergoglio—, ha dedicado su vida al servicio de los marginados.
Durante más de cinco décadas, ha trabajado con comunidades excluidas de Roma. Por ejemplo, ha acompañado a mujeres trans, artistas callejeros y feriantes del parque de atracciones en Ostia. Durante años, estas personas fueron rechazadas por sectores conservadores de la Iglesia. Sin embargo, con la ayuda de sor Geneviève, lograron acercarse al Vaticano.
Gracias a su labor, el papa Francisco conoció estas realidades de primera mano. En varias ocasiones, la monja llevó a estas personas al Vaticano para que dialogaran con él. Estos encuentros ocurrían usualmente los miércoles y estaban cargados de humanidad y reconciliación.
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Una amistad transformadora
No solo compartían la fe, sino también una visión social del evangelio. Mientras que Francisco se abría a escuchar las voces de los más excluidos, sor Geneviève era quien los guiaba espiritualmente en sus entornos cotidianos.
En julio del año pasado, por ejemplo, logró que el papa visitara el parque de atracciones de Ostia. Allí, se reencontró con los feriantes que tanto quería. Ese evento fue quizás el último que ambos compartieron en vida.
Ese encuentro fue más que una visita: fue una declaración simbólica. Representó la voluntad del papa de incluir a los olvidados. También ratificó la misión de sor Geneviève como puente entre dos mundos: el de la fe institucional y el de la calle.
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Una despedida con profundo simbolismo
Cuando sor Geneviève se acercó al féretro, no solo despedía a un líder religioso. Despedía a un amigo, a un aliado, a un compañero de causa. Por eso, su presencia no fue interrumpida.
Durante diez minutos, oró en silencio. Las cámaras captaron su rostro conmovido y su cuerpo inclinado en actitud de oración. Fue un momento de recogimiento que reflejó el verdadero legado del papa: una Iglesia con puertas abiertas.
Aunque su gesto rompió el protocolo, fue aplaudido en redes sociales. Muchos destacaron el ejemplo de humanidad que representó. Otros recordaron que fue ella quien llevó al Vaticano voces que nunca antes habían sido escuchadas.
Sor Geneviève: símbolo de una Iglesia más humana
Hoy, su imagen se ha viralizado en todo el mundo. Para muchos, es el reflejo de lo que debería ser la Iglesia: cercana, comprensiva y valiente. Gracias a su trabajo, decenas de personas encontraron consuelo, guía espiritual y, sobre todo, dignidad.
La historia de sor Geneviève Jeanningros trasciende el acto simbólico de este miércoles. Es el testimonio de una vida consagrada a los otros. Y también, una prueba viva de que la fe, cuando se practica con amor, puede transformar el mundo.