En la Semana Internacional contra el trabajo infantil, Cartago llevó a cabo una jornada pedagógica en la Institución Educativa Alfonso López Pomarejo. La actividad unió esfuerzos institucionales para fortalecer la conciencia de niños, niñas y adolescentes frente a los riesgos del trabajo infantil y sus peores formas.
Trabajo infantil en Colombia: una deuda con la infancia
El trabajo infantil sigue siendo una problemática estructural en Colombia. Según cifras oficiales, miles de menores realizan labores que afectan su salud, su educación y su desarrollo integral. Aunque existe un marco legal que prohíbe esta práctica, su erradicación aún está lejos de lograrse.
Durante la jornada en Cartago, se subrayó que las peores formas de trabajo infantil incluyen la explotación económica, el trabajo en condiciones peligrosas, la mendicidad forzada y cualquier actividad que impida el ejercicio pleno de los derechos de los menores.
Las intervenciones permitieron visibilizar cómo este fenómeno afecta a sectores rurales, zonas urbanas marginales y familias en situación de vulnerabilidad, donde el trabajo infantil suele pasar desapercibido o incluso ser justificado como una forma de ayuda.
Entidades articuladas para prevenir el trabajo infantil
Esta jornada contó con la participación activa de la Unidad de Infancia y Adolescencia, la Secretaría de Educación, la Secretaría de Salud y el Ministerio de Trabajo. Cada entidad ofreció charlas, talleres y espacios de reflexión, enfocados en informar, sensibilizar y empoderar a los estudiantes.
El equipo del Ministerio de Trabajo orientó sobre las rutas institucionales disponibles para atender posibles casos. La Secretaría de Salud explicó los impactos físicos y psicológicos del trabajo infantil, mientras que la Secretaría de Educación reforzó la importancia de la permanencia escolar.
Las actividades se desarrollaron con una metodología participativa, que permitió a los niños expresar dudas, compartir experiencias y reconocer señales de riesgo en su entorno. Los profesores también recibieron herramientas para detectar posibles casos en el aula y activar los mecanismos de protección.
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La educación como escudo frente a la explotación
Uno de los ejes centrales de la jornada fue reafirmar que la educación es el principal escudo contra el trabajo infantil. Cuando un menor estudia, juega, se desarrolla y cuenta con acompañamiento familiar, es menos vulnerable a caer en contextos de explotación.
Durante los encuentros, se compartieron testimonios reales y ejemplos de cómo el trabajo a temprana edad puede truncar proyectos de vida, perpetuar ciclos de pobreza y aumentar el riesgo de sufrir abuso físico o emocional.
El compromiso de los docentes fue clave. Muchos expresaron la necesidad de realizar estas actividades con más frecuencia, para que los niños aprendan a identificar cuándo están siendo vulnerados y cómo pedir ayuda.
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Semana Internacional contra el Trabajo Infantil: un compromiso vigente
Cada año, la Semana Internacional contra el Trabajo Infantil invita a los países a fortalecer sus estrategias de prevención y protección. Cartago respondió con acciones concretas que demuestran una voluntad institucional por proteger a su niñez.
Más allá de la conmemoración, este tipo de actividades buscan generar cambios culturales. La idea es que la sociedad deje de ver el trabajo infantil como una “ayuda” o una “tradición familiar” y lo reconozca como una forma grave de vulneración.
Desde la institucionalidad se hizo un llamado a los padres de familia, líderes comunitarios y cuidadores, para que protejan a los menores y denuncien cualquier situación que los exponga a riesgos laborales.
Recomendaciones que deben llegar a todos los colegios
Uno de los resultados más importantes de esta jornada es su carácter replicable. Las entidades participantes resaltaron que estas actividades no deben ser excepcionales ni esporádicas, sino integrarse como parte de los procesos de formación escolar.
La invitación es a que otras instituciones educativas, en contextos tanto urbanos como rurales, organicen espacios similares. La prevención empieza desde el conocimiento y debe involucrar activamente a la familia, el Estado, los docentes y la comunidad en general.
Estas acciones contribuyen no solo a reducir el trabajo infantil, sino también a formar una niñez más consciente, informada y empoderada.
