Melanie, una mujer australiana de 43 años con una inflamación en la espina dorsal que le dejó paralizadas las extremidades inferiores, decidió dar un gran paso en su vida: contrató a un trabajador sexual para tener relaciones sexuales por primera vez y así «perder la virginidad».
En una entrevista con la BBC, Melanie explicó que, después de que su cuerpo únicamente fue tocado con fines médicos, quería ir más allá y sentir el placer sexual. Todo comenzó cuando una trabajadora social que vivía con ella le dio un masaje y se dio cuenta de que Melanie quería sentir más.
Decidida a llevar a cabo su plan, Melanie buscó en internet a un trabajador sexual llamado Chayse y programó una cita en la casa de él. Aunque al principio se sintió intimidada, después de charlar durante dos horas, Melanie y Chayse se volvieron «amiguísimos». Melanie contrató a Chayse por 48 horas y pagó 270 dólares por hora por sus servicios.
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A pesar del costo, Melanie estuvo dispuesta a pagar por el trabajo satisfactorio que recibió y dijo que «es difícil no enamorarse de Chayse, pero debo tener en mente que se trata de una relación profesional». Después de su experiencia con Chayse, Melanie reveló que está buscando un reemplazo para él, pero esta vez alguien que la ame de verdad y no por dinero. Chayse, por su parte, también ha estado buscando cómo apoyar a Melanie en su propósito.
La historia de Melanie ha generado un gran interés en las redes sociales y ha desatado un debate sobre el derecho de las personas con discapacidad a tener una vida sexual plena y satisfactoria. Además, la historia de Melanie pone de relieve la importancia de la educación sexual para personas con discapacidad y la necesidad de más discusión sobre el tema en la sociedad en general.
