La noche del viernes 10 de marzo en el Bajo Cauca antioqueño fue una noche de violencia y enfrentamientos entre la comunidad y la fuerza pública, que intentaba desbloquear las vías que han tenido confinadas a más de 250,000 personas por el paro minero que ya lleva 10 días.
A pesar de que las negociaciones entre los representantes del paro minero y el presidente Gustavo Petro terminaron sin acuerdo, las autoridades decidieron proceder al desbloqueo de las vías, lo que provocó la reacción de los manifestantes con palos, cadenas y otros elementos.
Además, se registraron actos criminales por parte de desconocidos que atacaron con disparos de armas de fuego las estaciones de Policía de Cáceres y Tarazá.
A pesar de la intervención de la fuerza pública, la noche violenta dejó al menos cuatro personas heridas, algunas con lesiones de disparos en los glúteos o también por el lanzamiento de bombas incendiarias. A pesar de que se logró desbloquear más del 80 % de los puntos obstaculizados, incluso en la vía a Urabá donde los mineros de Buriticá también cerraron el paso, hubo quema de un bus intermunicipal en medio de las confrontaciones.
La línea roja de las negociaciones entre los mineros y el Gobierno es la petición de los primeros de suspender los operativos de destrucción de maquinarias como dragas brasileñas o grandes retroexcavadoras que tendrían vínculos con grupos armados ilegales, lo que no es aceptado porque hace parte de la ley. A pesar de la tensión, el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, espera que la próxima semana se reanuden los diálogos.