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jueves, mayo 2, 2024

Vendía globos en la calle para graduarse de la universidad.

Chamé agradeció a cada persona que le compró un globo, pues con esas compras sin saberlo, estaba cumpliendo su sueño de ser profesional.

La historia de Eduardo Chamé, un joven mexicano que se graduó de la universidad como Licenciado en Contabilidad gracias a su trabajo como vendedor de globos, ha generado reflexiones sobre los privilegios y el éxito en relación con los recursos económicos.

Chamé, residente de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, compartió su historia en sus redes sociales. Según su publicación, tuvo que optar por este trabajo informal para costear sus gastos universitarios, como pasajes, matrículas, libros y alimentos. Además, el joven menciona que, para alguien con recursos limitados, el esfuerzo siempre tiene que ser doble y la determinación aún mayor si se tiene como meta acceder a la educación superior.

La historia de Chamé muestra que la perseverancia y el esfuerzo pueden superar las limitaciones económicas y que el éxito no está reservado únicamente para aquellos con recursos financieros. La educación es un derecho fundamental y es necesario que se abran oportunidades para que más jóvenes como Chamé puedan acceder a ella, sin importar su origen socioeconómico.

La historia de Eduardo Chamé ha inspirado a muchos y es un ejemplo de que con determinación, esfuerzo y perseverancia se pueden lograr grandes metas, sin importar los obstáculos.

El joven escribió en sus redes sociales un conmovedor mensaje:

«El día hoy me siento muy feliz y quiero agradecer a mi Familia y a Dios por todas las bendiciones que me ha dado, el sabe lo mucho que durante años me he esforzado por salir adelante, que no lo he tenido nada fácil, pero que poco a poco voy logrando mis metas, también agradecer a todos los padres que alguna vez han comprado globitos a sus hijos, gracias a ellos pude pagar mis pasajes, inscripciones, libros, alimentos y que sin saberlo me estaban ayudando a cumplir mis metas. No todos tenemos las mismas oportunidades, muchas veces toca trabajar doble, bajo el sol, bajo la lluvia e ir a estudiar cansado, desvelado y cuestionando si realmente valdrá la pena tanto esfuerzo, y ahora puedo asegurar que vale la pena porque hoy día siento una gran felicidad por llegar hasta este momento que muchas veces me parecía eterno.

Al mismo tiempo quiero expresarle a todos aquellos que alguna vez se burlaron de mí, que no hay trabajo vergonzoso, que cuando se quiere salir adelante, uno debe trabajar en lo que sea, los vendedores ambulantes somos personas que también tenemos sueños, que estamos forjando nuestro futuro, por ello hay que respetar y valorar el trabajo por muy humilde que sea, porque más adelante ese vendedor al que hoy rechazas será el profesionista que mañana tu puedas necesitar».

El Norte Hoy

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